8.1.12




A veces soy muy tonta, y estoy empezando a acostumbrarme a ello.
Es entonces cuando "a veces" debe cambiar a ser un "constantemente", pero de cualquier modo, confío en que no omitiré la palabra, porque entonces pasaría a serlo siempre.

Luego también está la distinción, la gran distinción: a veces me hago la tonta.
Lo pienso rápido y recurro al consuelo, ya que yo decido y no es cuestión de caer en ello. Sin embargo, me paro a pensarlo más despacio, y descubro que quizás cambiar el verbo "ser" por "hacer" me convierte en idiota. 
Pues bien, me hago la tonta con frecuencia. Y desgraciadamente para mi, "con frecuencia" es más que "a veces". Y entonces recapacito, y reconozco que debería hacerme más la lista. Aun no esforzándome más por serlo, porque no pretendo mejorar mi coeficiente intelectual, sino conformarme con parecer lo que soy, o más, pero no menos.

Podría querer más, pero no se trata de querer, si no que es más bien una cuestión de conformarse, aceptar, o apreciar lo propio, que para algo lo tenemos. Y si no lo tuviéramos, lloraríamos por no tenerlo, y entonces seríamos profundos idiotas, y no podríamos hacernos los idiotas (de vez en cuando, claro).

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Sensaciones que revolotean en mi mente