26.4.10
Otra experiencia más en el metro
Esta vez ha sido una niña mulata de dos años la que ha llamado mi atención, y una señora delgadísimas de unos sesenta, que se ha puesto a hablar y a jugar con ella.
La niña no tenía miedo de la señora, de hecho, se ha lanzado a sus brazos y se ha puesto a tocarle las manos y la cara. Ambas se han tocado la cara y se han mirado, riéndose.
Hasta se me han escapado las lagrimillas de la emoción. Qué inocente veía a la niña, y que sabia y madura veía a la señora.
Tanto que admirar de ambas..., me he quedado boquiabierta de la simpleza y belleza de ese instante.
De verdad, lo que daría por volver a ser niña y conervar esa ingenuidad y emoción con todo.
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Sensaciones que revolotean en mi mente