Pienso que ser capaz de no hacer nada es todo un arte, a mi aún me falta mucho para ser una verdadera artista de mi tiempo libre.
Tendemos a asociar la palabra felicidad con objetivos concretos: un aumento de suelo, esperar un hijo, el concierto de tu grupo favorito, una fiesta... Pero a veces estas metas traen justamente lo contrario de lo que imaginabas. Yo, al menos, suelo sentirme a la deriva cada vez que alcanzo un objetivo largamente deseado.
Por lo tanto, quizás sea mejor que nos olvidemos de comprar un coche mejor, una segunda vivienda al lado de la playa... y vayamos a por placeres más inmediatos y cotidianos: el sabor de un buen plato, la complicidad de tu amistad o tu pareja, una canción que no conocías...
Fotografía: Carlota Ortega
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Sensaciones que revolotean en mi mente