Y entonces se produjo algo increíble: surgió en mi un sentimiento de amor tan absoluto por la naturaleza que me sentí inmensamente feliz y lloré por habérseme concedido la vida. Sentí que yo también era amada por ese cielo y esas montañas, y por algo superior de lo que partíamos todos. Esa sensación no se me olvidará jamás.
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Sensaciones que revolotean en mi mente