Erase una vez una bella princesa que vivía sola en una alta torre en medio del bosque. La torre era tan estrecha y larga que tan solo en los días despejados podía verse a la princesa asomada a la única ventana de la torre.
Cada vez que la princesa se asomaba por la ventana, divisaba la Tierra entera.
Cuando se asomaba y veía toda aquella vegetación, la inmensidad de la naturaleza... ansiaba poder escapar.
Una vez llegó a aquel bosque un apuesto príncipe que consiguió verla desde la base de la torre, asomada a la ventana.
Al verla, se enamoró locamente de ella y prometió rescatarla.
Pasó trece días y trece noches escalando la torre para poder llegar hasta la ventana y besarla.
Al fin, la última noche, cuando el príncipe estaba a tan solo tres metros de su bella princesa; la bruja más mala de todas las brujas malas lanzó al príncipe al suelo, y embrujó a la princesa.
Desde aquel momento, todos los días de lluvia la princesa brilla y deslumbra por su belleza; pero los días claros la princesa se transforma en un terrible monstruo con los labios cosidos.
Desgraciadamente, los únicos días que la princesa puede gritar para ser vista; se transforma en un horrible monstruo que jamás enamoraría a un príncipe y que, tampoco puede gritar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sensaciones que revolotean en mi mente