Al ritmo que identifico, sitúo y resumo mental e instantáneamente algunos de los libros que se disponen desordenadamente sobre mi mesa, siento el forzoso y picante burbujeo del trago de Coca-cola (a morro) que resbala por mi boca y precipita en caída libre directo hacia mi centro del equilibrio, en lo más interno de mi ser.
Mientras tanto, una mujer de rubia cabellera sacude su melena al son del ritmo ajustado en sus abductores, que se mantienen tensos y galopantes, golpeando la cama contra la pared, situada sobre él, que a su vez, parece emitir sonidos que rondan entre el llanto, el susto y el dolor, y que sin embargo, paradójicamente, son un exclamo de placer.
Quinientos metros hacia el este, un joven camina a paso forzado, constante y cansado, cada vez más alejado del anterior, y melancólico ya por el origen del inicio de su caminar: ella. Ella, ella, ella. Retumba rock alternativo, partícula a partícula, en el interior de los cables de sus auriculares; algo falla, para la música.
Psssuep. Vuelvo a desenroscar el tapón de mi nueva Coca-cola sin curvas de 2,250mL ya caliente y me dispongo a volver al chispeante revolcón. El de mi lengua y la disolución.
que genial que eres julia! cada entrada tuya es tan original.
ResponderEliminarun beso preciosa!
Impresionante!! Me ha encantado esta entrada ;)
ResponderEliminarMe gusta muchísimo tu manera de escribir.