6.1.10

El gran día

Cuando era pequeña no me dijeron que los reyes fueran así. Para empezar, los reyes eran magos. Mientras todos dormíamos, ellos, que venían volando en camellos mágicos desde el lejano oriente, entraban sigilosamente en casa y, como eran magos, sabían exactamente dónde estaban nuestros zapatos, esos que previamente habíamos colocado en el salón, para poder identificar nuestros regalos por la mañana, llenos de ilusión.Pues bien, cuando era pequeña, la mañana de reyes me levantaba de un brinco y volaba hacia el salón, casi derrapando por los pasillos. Llegaba y, efectivamente, comprobaba que ahí estaban los regalos y que, un año más, los reyes se habían acordado de mí. Corría a llamar a mis padres y mi hermano e íbamos todos a abrir los regalos. Siempre había unos cuantos regalos y traían justo lo que yo quería… ¡qué listos estos reyes magos! Sin embargo, desde hace ya varios años, los reyes ya no son lo que eran. La ilusión no es lo que era, la alegría… la adrenalina… ya no son lo que eran. Mis reyes se han vuelto torpes y vagos. Esta mañana me levantado a las nueve y media para estudiar y me he cruzado con un rey mago algo despeinado y en pijama.Fui hacia el salón y vi a otro rey mago en pijama, colocando los regalos deprisa y corriendo. Entonces entré en el salón y él salió y me dijo: “No te dejes llevar por las cajas y los envoltorios… son muchos pero no hay demasiadas cosas…” Miré y vi que apenas había cajas. “¿¿¿Muchas???”, pensé. En ese momento me desilusioné y, fue cuando abrí los regalos que, me desilusioné por completo. No sé por qué los reyes magos para mí ya no vienen si, en casa de mis vecinos pequeños de seis, ocho y diez años, siguen viniendo. Decepcionada, la verdad, decidí olvidar que hoy era el día de reyes porque era algo que me deprimía y, me puse a estudiar. Supongo que debe pareceros de lo más egoísta por mi parte. En mi opinión no; yo no estoy desilusionada por el poco dinero que se hayan gastado, o por los pocos regalos que me hayan traído este año; a mí lo que me entristece es lo poco que se han interesado por mi, por mis gustos… y es que, les vi ayer comprando a última hora sin saber siquiera qué comprar. No sé, me entristece porque eso me lleva al sentimiento de “¿es que ni siquiera ya les importo a mis padres…?” y… todas esas ralladas que derivan de esto. Por último, cuando me puse a estudiar en el salón esta mañana escuché la cancioncita que suena en mi móvil cuando me llega un mensaje. Fui corriendo a mi habitación para ver quién era, porque, la verdad, en ese momento me sentía tan imbécil, triste y sola que, cualquier persona que se hubiera acordado de mí el día de reyes, me habría devuelto la vida, aunque solo fuera por una mañana. De nuevo mi ilusión descendió hasta el subsuelo y mi decepción estalló por los aires cuando vi que se trataba de un sms de publicidad de vodafone. Necesito una dosis de infancia, una dosis de ternura y cariño… una dosis de atención.